Verso, golpe, voto

¿Cuándo un gobierno es realmente democrático?

Yo diría que para que eso ocurra tienen que ocurrir algunas condiciones. Debe estar constituido de acuerdo con una ley, usualmente la constitución. Debe haber sido elegido mediante un mecanismo de sufragio con todas las garantías y que permite el voto a todas las personas. Deben existir distintos poderes que sean autónomos, y electos popularmente, aunque algunos puedan serlo de forma indirecta. Los derechos humanos deben estar incorporados al orden jurídico y a la convicción coudadana. Además diría que un gobierno democrático es incompatible con la existencia de títulos nobiliarios de cualquier especie, o de la persona de un monarca, incluso a título simbólico.

Si tenemos estas características como determinantes, en Uruguay solamente han habido gobiernos democráticos desde después de la aparición del voto femenino. Y en la medida en que Baldomir proviene de la dictadura de Terra -aunque la termine-, el primer presidente democrático de Uruguay fue Juan José de Amézaga.

Desde 1943 hasta 1973 por lo tanto tuvimos treinta años de democracia en Uruguay.

Sin embargo el discurso imperante que nos han inculcado, dice que Uruguay tenía en 1973 una larga y bien establecida democracia. Pero si miramos las historia, no parece así.

En Uruguay hubo multitud de golpes de estado a lo largo de todo el siglo XIX, durante el cual -igual que hasta los primeras dos décadas del siglo XX-, regía una constitución que hacía que el gobierno nacional quedase en muy poquitas manos.

Esa es la razón por la cual tantos levantamientos del pueblo gauchesco armado se sucedían. El pueblo común no tenía otra forma de expresión política que la violencia de las armas.

Lo que Barrán y Nahum han llamado «El disciplinamiento», consistió justamente en dominar esos impulsos, pero también brindó, como concesión instituciones que pudieran hacer que las protestas se vehiculizaran. El batllismo puede ser visto como un proceso de avance socialdemócrata, pero al mismo tiempo es un proceso de disciplinamiento de los sectores trabajadores.

Sin embargo, como dije antes se nos hablaba de la «democracia bien establecida», siendo que la misma había durado solamente treinta años antes del golpe de estado del 73.

Y este golpe de estado caló mucho más hondo en la conciencia de las generaciones posteriores, que los golpes de estado anteriores.

Sería muy interesante preguntarnos el por qué, pero excede la intención de esta breve nota, escrita a 50 años de aquel golpe, y a 38 años del restablecimiento de la democracia en Uruguay.

Así que es importante no creernos que somos invulnerables a los golpes de estado, y que tampoco creamos que nuestra democracia es superior a la de cualquier otro lugar.

El estudio de la historia del mundo nos muestra que la democracia es más bien la excepción y no la norma.

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