En las últimas horas Donald Trump se ha coronado Presidente de los Estados Unidos de América, cosa que ha generado ya muchos comentarios. Uno resulta una y otra vez alarmante: se sigue insistiendo en que se trata de un hecho inesperado.
Volvamos un poco hacia el pasado para ver si es así.
Cuando Trump comienza su carrera hacia el sitio que hoy ocupa recuerdo haber pensado que no era alguien que pudiese ser elegido, que seguramente tenía algún propósito oculto al que atendía postulándose incluso para ser vencido. Más tarde consiguió ser el postulante republicano, y ahí supuso una confabulación con Clinton para «limpiar» la interna republicana de candidatos que pudiesen ganar, y así Hillary podría transitar con serenidad su paso triunfal. Pero en las últimas semanas se tornó evidente que realmente tenía posibilidades, y finalmente ganó.
La sorpresa en la primera y la segunda etapa podría producirse. En esta última ya no era posible. Y si bien las encuestas daban una victoria demócrata, en los últimos días el margen de victoria se encontraba por debajo del margen de error. Por lo cuál de sorpresa… nada.
Ahora veo que muchos intentan explicar cómo consiguió ganar las elecciones y para ello hacen conjeturas sobre que tal y cuál componente en la psique de los votantes o que la situación concreta de los mismos los impulsaba a actuar así. Pueden o no tener razón. A la distancia, uno no puede saber realmente cuál de esos análisis es o no el correcto. Pero en cualquier caso, no me interesa demasiado. Y no me interesa demasiado porque me interesa otro enfoque.
Cuando alquilen llega a la presidencia de un estado, sea el modesto Uruguay o una superpotencia como USA, llega no por los contenidos mentales de los votantes, sino porque hay un conjunto de relaciones concretas estudiables que lo hacen no sólo posible, sino necesario. Por lo tanto -visto al revés- cuando alguien es electo, dicha elección nos está indicando, si bien no con meridiana claridad, cuál es el actual estado de la sociedad en que ocurre la elección.
Y si se trata de una superpotencia mundial, nos habla también de cuál es el estado del mundo.
Lo primero es que por lo tanto los elementos discursivos «folclóricos» deben ser dejados de lado en esta consideración. Trump hizo alarde de machismo, de racismo y desprecio. Y eso no es algo sin importancia, pero a los efectos de lo que nos proponemos acá no aporta nada. Esos aspectos por lo tanto los dejamos para otras consideraciones.
¿Qué es pues lo relevante?
Trump parece inclinado a revivir el aislacionismo que fue la nota dominante en la política exterior de USA antes de la Segunda Guerra Mundial. O dicho de otro modo, veremos menos presencia militar estadounidense por todos lados. Pero más aún: piensa en mejorar el consumo interno para mejorar su industria local, con medidas tal vez keynesianas, y muy probablemente proteccionistas. Pues bien… eso suele funcionar bien.
Empecemos por esto último.
Trump puede verse como el fin del discurso neoliberal monetarista en lo económico, y el retorno a otros tipos de discurso económico, igualmente capitalistas, pero que la ortodoxia del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial venía demonizando como si fuesen, casi casi, acciones de un marxista. El cambio a otra textualidad económica imperante es un cambio de parte de la ideología dominante -en la primer potencia mundial- y es relevante porque es un cambio que «abandona» su rol de Rector mundial de una economía sin barreras, cosa en la que otro republicano troglodita -Ronald Reagan- se transformó en campeón internacional «inspirado» en el ejemplo inglés de la Dama de Hierro, o sea Margaret Tatcher.
Nótese que eso comenzó en el Reino Unido y de ahí pasó a USA.
Pero continuemos.
Ese aislacionismo también parece augurar una mejor presencia militar en «extramuros», o sea dónde vivimos todos los demás seres humanos a los que Dios no nos ha elegido para nacer en la nación del Destino Manifiesto. Si bien el discurso de Trump era muy belicoso, no hay que olvidar que Clinton (Bill), Obama y su Secretaria de Estado -en uruguayo Ministra de Relaciones Exteriores- Hillary (Clinton) se la han pasado interviniendo y bombardeando por doquier.
Igual que el punto anterior, habrá que ver si el discurso se transforma en cambios concretos en la acción, pero todo permite pensar que habrá menos «acción» constante de USA por todo el globo, cosa coherente con el aislacionismo. Y tal acción implicará también acordar con Rusia -y con Putin- una acción conjunta para acabar con el Estado Islámico… que surgió por causa de la acción de USA en la región, y hasta muchos señalan con no poca verosimilitud, fue creado por la candidata perdedora en el cargo que antes mencioné.
Y aquí nótese lo de hallar acuerdos de acción militar con Putin. Porque esto es muy importante.
Tras el fin de la Guerra Fría, el desmembramiento de la URSS dejó un mundo unipolar guiado por USA-EUROPA a través de la OTAN. Pero la relevancia creciente de países que cada vez se hacían más importantes comenzó a poner en tela de juicio tal unipolaridad. Apareció el BRICS -Brasil, Rusia, India, China, Sudáfrica. Y justamente… parece que ahora Trump no quiere acordar con Europa sino con Rusia.
Pero obsérvese además como en Brasil un golpe institucional -que es la expresión que hallo más apropiada para lo que allí ocurrió- desalojó a los elencos progresistas del gobierno instaurando la hegemonía de la BBB: Biblia, Bala, Buey, una coalición de partidos evangélicos -en su versión de iglesias de lavado del narcotráfico muchas veces-, grupos militares, y grandes hacendados. O sea, un golpe desde la derecha, desde el poder.
Eso es concordante con Trump, un hombre del poder, de la pura derecha. Y lo que hace es debilitar la B de RICS… pero si Trump acuerda con Rusia … ¿no quedaría un ICS?
Y aquí pido que pensemos en el Reino Unido. Hace poco allí se votó el Brexit, la salida de la Unión Europea -la explicación de que la UE es o fue la hegemonía de una visión capitalista almibarada llamada socialdemocracia y que los sucesos de los últimos años marcaron la bancarrota política e ideológica de la misma quedan para otro día- y el Brexit, muchos han señalado, es un acontecimiento deseable para una Inglaterra que quiere constituirse en el socio europeo de China.
Así, una vez más, el Reino Unido actúa primero.
Pero lo hace para abandonar los intereses de la alianza USA-EUROPA, por lo cual USA tira a Europa a un lado y se inclina por Rusia, con lo que consigue un aliado con mejores perspectivas de futuro, con una estructura de poder más claro, y de paso debilita al bloque de China.
Esa es la lectura que hago yo de esta coyuntura internacional. Y por ello el regreso del aislacionismo, es una forma de «intervención minimizada» esta vez, y un repliegue que nos habla de algunas cosas que habrá que ver si son o no como podemos conjeturar.
Especialmente si ha llegado el momento en que el costo de mantenimiento del aparato militar de USA es mayor que el beneficio que produce. Porque todos los imperios caen cuando tal cosa ocurre.
Mientras… yo prefiero que nosotros nos vayamos alineando del lado Chino. Pero eso es cuestión de otra discusión.